domingo, 17 de febrero de 2013

Punto


“Resulté destrozado de historias que jamás antes pude imaginar que viviría, yo aún me mecía en mis sueños cuando me encontré de cara contigo. Ya nos habíamos visto alguna vez, pero siempre venías por una razón lógica, y de alguna forma te entendía, podía intuir la pena en ti, aunque en ocasiones en tu cara se dibujaba la mueca sombría de una sonrisa macabra que sólo parecía ver yo y que no quise creer hasta que te reíste a carcajadas delante de mí.

Viniste para arrebatarme el alma, para hacerme pagar por tantas meteduras de pata, y de hecho lo conseguiste, me obligaste a explotar en millones de pedazos. Me obligaste a dormir muchísimo pero me arrebataste los sueños, me robaste mi refugio y me dejaste sin un lugar seguro al que poder volver. Me regalaste tiempo que vivir sin entender, me diste música y libros pero te llevaste mi capacidad de sentirlos. Hiciste que me desvaneciera y que dejara de existir, que me perdiera para, probablemente, no encontrarme de nuevo.

Me quitaste la vida, pero conseguí continuar. No sé muy bien cómo, pero lo conseguí, conseguí continuar andando, aunque lento y a trompicones, muchos trompicones, y algo vacío. Pero no sólo eso. Con el tiempo, fui cogiendo todos los trocitos que encontré y los monté de nuevo, y de ello resultó salir algo con lagunas, porque hubo trocitos que no encontré, y otros que quise desechar porque estaban muy rotos, pero con una forma más bonita, y le añadí un poco de luz y de ganas, y risas. Y quise sobrevivir por los que no pudieron hacerlo, y lo conseguí.”


Punto. Punto y seguido, no te vayas a pensar.

Este pedacito que te empecé a contar ya hace un tiempo, y que, honestamente, ha sido el más fácil, llega a su paréntesis, que no a su fin. Digo que ha sido fácil porque te he engañado, mejor dicho, he enmascarado mi verdad en la mayoría de cosas importantes tras metáforas y frases más perspicaces de lo que soy en realidad y que sólo entendiste si vives cerca de mi corazón. Sentimientos, sensaciones y vicios que no podría haber dicho de una forma más verdadera, porque yo no las hubiera podido soportar.

Los motivos son muchos y muy variados, pero el más grande es que las cosas tienen un ciclo, y el ciclo de esta ya ha pasado, o igual es mi ciclo el que ha pasado. Ya no me siento la misma persona que empezó este blog, y es por eso que sería injusto continuar aquí, o dejarlo morir lentamente. En cualquier caso creo que he desgranado esta experiencia al máximo, y que ahora me toca invertir mi tiempo en otras cosas, que también intentaré compartir.

Sé que hay personas que se han entretenido leyéndome, en el mejor sentido de la palabra, a otros quizás alguna vez les he hecho sentir algo, otros han entrado sólo por el morbo, otros por conocerme… Pero a todos les agradezco por igual que me dieran la oportunidad de contarles mis historias, mis reflexiones y mis fantasmas.

No sé cuál es exactamente tu razón para haberme leído, pero de poco importa llegados a este punto. Lo cierto es que abrí este blog para poder sobrevivir, para poder dormir mejor por las noches, para perder vergüenzas y para que la gente más cercana a mí pudiera acercarse un poquito en lugar de verme desde lejos y se dieran cuenta de que todo está bien. Y su único objetivo era conseguir que alguien, con una sola persona bastaba, se sintiera bien leyéndome, y un poquito menos solo, sólo un poquito, y ojalá lo haya conseguido.

Personalmente esto ha resultado muchísimo más… He crecido con el blog, he ido pegando los pedacitos que antes he nombrado, y he aprendido muchísimo. He aprendido a ponerle letra a mis sentimientos, a contarlos, y a soñar con llegar a ser un escritor que no de éxito, pero sí del que me sienta orgulloso. También he conocido a personas, seguramente tú seas uno de ellos, que me han enseñado puntos de vista nuevos que no conocía, e infinidad de cosas que no sería capaz de recordar en un instante, pero que sí recordaré a lo largo de mi trayecto.

Espero que me hayas entendido un poco, que se haya tejido algún hilo invisible entre nuestros corazones y ojalá que mis teclas te hayan ayudado. No soy el escritor más talentoso, evidentemente. He cometido un millón de faltas ortográficas y sintácticas, y hay cosas que aún yo me pregunto qué es lo que quise decir con ellas, pero he sido tan sincero como he podido, y completamente real.

Este blog quedará abierto, pero no entres buscando nuevas entradas, porque ya no volverán. Si te apetece, pienso colaborar siempre que pueda y consideren mi talento suficiente en http://rapsodiacircular.blogspot.com.es/2013/02/senda-inmortal.html bajo el nombre de “C Blond” junto con otros jóvenes y en algún momento, espero que no muy lejano, abriré un nuevo espacio, pero será completamente distinto a este.

No quiero hacer una lista de personas, porque es absurdo, simplemente quiero nombrar a mi familia, porque me apoyaron y trataron de ilusionarme desde el primer día con todas sus ganas, que se dice pronto. A los amigos que habéis estado ahí para decirme “qué buena la entrada” incluso antes de leerla con el pretexto de “si no es buena, luego te lo digo, pero es que ya sé que sí…” y darme vuestra opinión luego, en público o en privado y pasarnos horas hablando y creciendo.

Y por último permíteme el lujo de darle las gracias a una persona más que sé que a ratos rompe su zona de confort para mí, para aguantarme, y que podría haberme mandado al cuerno a las primeras de cambio pero que en lugar de eso quiso leerme más e incluso ahora me llama amigo. Se preguntará un rato si esto va con ella, pero al final se dará cuenta de que sí, porque ahora se esfuerza por ver el lado bueno de las cosas.

Las vías de contacto siguen abiertas, porque son personales, evidentemente, así que siéntete libre de saludarme siempre que te apetezca.

Creo que la mayor parte del tiempo he escrito el blog usando el “vosotros”, pero en este instante he querido escribir sólo para ti. Tú que a lo largo de unos meses, por la razón que sea, has decidido intercambiar un trocito de tu tiempo por un pedacito de mi alma.

Gracias.

Si me lo preguntáis a mí, mi top 5 de entradas es este, por si os apetece echarles otro vistazo en algún momento:






domingo, 10 de febrero de 2013

Un fin de semana


“Son las 5 de la mañana, en casa todos están durmiendo, y suena mi despertador. Abro los ojos y maldigo al mundo, al frío, a la oscuridad y al sueño que tengo, sufro 12 crisis existenciales en 1 minuto y me pregunto si después de todo valdrá la pena. He dormido muy pocas horas y ayer fue un día agotador, y además parece que hoy lo será más aún, sólo la ilusión de que algo cambie, de una baza que jugar, me hace levantarme por fin de la cama y cerrar a golpes silenciosos una maleta que guarda ilusiones, sueños y promesas, pero a la que le cuesta cerrar por falta de costumbre.

Me ducho y me preparo para el día mientras mi mente sigue en muerte cerebral, el “Sí, mama, llevo calzoncillos y comeré bien, que tengo 23 años…” de turno seguido del “¿Llevas dinero? ¡Lleva dinero, que nunca se sabe!” y nos ponemos en camino. Beso de despedida, reflexión de “pobre mujer, a las horas que se levanta por mí…” y al andén. Pierdo el tren por minutos y me toca esperar el siguiente en mitad de un frío de espanto, y todavía es de noche… Aparece un montón de gente y me pregunto a dónde demonios irán un viernes a esas horas, y si se levantarán tan pronto cada día y si será para cumplir sus sueños...

Perdemos el tren por problemas logísticos (que el revisor era un capullo integral, pero de buen rollo, eh) y aprovechamos para hacer un poco de broma y destensar el ambiente, nos contamos quiénes somos, y qué vamos a hacer, los más mayores hablamos más y los más pequeños se quedan en grupitos pequeños con sus maletas por escudo. Me quedo escuchando entre bostezos del sueño que todavía me dura a dos chicas que ponen en común sus ideas y piensan en qué podrían ayudarse la una a la otra, me hace sonreír por debajo de la nariz, y es súper bonito.”

Así empieza un fin de semana apasionante. Sí, creo que apasionante es una de las palabras que mejor encajan, tres días en los que conocí a gente maravillosa, personas que no creía que pudieran existir, que fueron a darlo todo, a compartir, a pasarlo bien, y viví experiencias increíbles que nunca antes podría haber imaginado, estas son algunas de las personas de las cuales llevaré siempre un trocito conmigo y que en muy poquito tiempo me regalaron y me enseñaron muchísimo.

De “J” aprendí que el hecho de que sea tan alto y ancho es porque de otra forma no le cabría el corazón tan inmenso que tiene en el pecho, lo que el primer día parecía un chulito de turno acabó por convertirse en un compañero de trayecto y de reflexiones extraordinario, aunque mi nivel intelectual estaba por los suelos por culpa del cansancio y bastante tenía con mantenerme despierto... Una de esas personas de las que siempre quieres estar cerca, con imán, y además me pegó un más que sexy acento gallego.

“R” me recordó la brillantez de la juventud, esa juventud en la que todavía no han aparecido demasiados complejos ni demasiados miedos, esa juventud que todavía mantiene un poco de niñez, que siempre sonríe, que regala sonrisas a cada instante sin esperar nada a cambio, esa juventud de sueños por cumplir, de ganas infinitas. Y todo eso pegado a una personalidad extraordinaria, de alegría contagiosa y con una única preocupación: “A lo mejor cuando crezca ya no haré tanta gracia y la gente no se reirá tanto conmigo…”. El amor metido en un cuerpo diminuto que me hubiera pasado el día abrazando si no hubiera quedado rarísimo.

“A” me hizo entender de veras que en realidad no importa en lo que creas, ni tu ideología política, ni tu religión, ni donde seas ni el colegio al que hayas ido… Lo que importa es si eres una buena persona o no, si quieres sumar o no, si tienes la capacidad de querer o estás perdido por completo. Alguien con quien a priori no tengo nada que ver consiguió abrirse camino hasta mí hasta el punto en el que me encantaría pasarme horas y horas charlando con él sobre la evolución del ser humano, sobre la psicología de un calamar o sobre filosofía, que dicho sea de paso, desconozco por completo. Un tipo maravilloso, inteligente, inquieto, generoso y que se esforzó con todo su corazón por pasarlo bien, y por hacérnoslo pasar bien a todos, aguantando mis doce millones de preguntas.

“R” es mi amor platónico, se sorprenderá si es que llega a leer esto, pero sin ella mi fin de semana no hubiera sido para nada igual. Fue mi punto de apoyo invisible, una especie de cómplice secreto, y además hizo que dejara de tambalearme en los momentos en los que el cansancio casi llegaba a tumbarme y mi seguridad estaba de vacaciones. La primera vez que la vi nada me llamó la atención de ella, pero ahora me alegro muchísimo de haber podido compartir tiempo con ella.

No quiero dejarme a nadie, aunque seguro que me dejaré a mil, pero todos y cada uno de los que conocí tienen algo que los hace especiales, brillantemente especiales. “G” es un bala perdida de la leche, pero tiene la gracia de los sinvergüenzas y conseguirá lo que quiera en la vida, “A” habla sin parar, pero sus ojos claros hacen que te pierdas en ellos y escucharla todo el tiempo y no parecer un completo idiota mirándola hipnotizado como un bobo se hace una tarea casi imposible.

“L” es un amor y siempre estuvo dispuesta a reírse conmigo, aunque por las mañanas es menos persona que yo, que ya es decir… “J” tiene más clase que ningún actor de Hollywood, y cualquier mujer debería volverse loca por él, “JJ” es un artista y tuvo una paciencia infinita con los que tenemos una creatividad artística nula. “P” es el tío más cachondo de la historia, y me siguió el rollo todo el fin de semana, aunque nos encontráramos poco más que para dormir casi de la mano en nuestra minúscula habitación.

“A” me regaló toda su confianza desde el primer segundo, gracias a un viaje en metro inesperado que nos permitió conocer nuestras historias un poco mejor. “S” y “C” contribuyeron fervientemente a mi intento de nacionalización gallega y estuvieron siempre dispuestos a echarme un cable cuando me hizo falta, y a charlar buenos ratos, cada uno a su manera. “S” vivió enganchada a su móvil atareada como la que más la mitad del fin de semana, pero cuando levantaba la cabeza era siempre para regalarte una confianza envidiable y una sonrisa perpetua.

“N” es tonta perdida, y le ha tocado el mentor perfecto para ella, no sé cómo les irá el proyecto pero al menos podrán compartir habitación en el manicomio, y cuando no se muere de vergüenza es simpatiquísima, aunque tope de mala jugando a las cartas. Con “D” me sentí como si nos conociéramos de toda la vida, conectamos en una décima de segundo y ya está ayudándome a llevar a cabo mi proyecto antes incluso de haberlo empezado…

A “F” le tocó pagar los platos rotos de mis noches de poco descanso, nada más conocernos le conté mi vida en prosa evitando pocos, o ningunos, detalles, como no me creía capaz de hacer, pero creo que eso consiguió crear un lazo de confianza enorme entre nosotros, de compañeros, de caminar hombro con hombro. Eso o ahora mismo está en algún loquero pidiendo auxilio, o en la policía avisando para que vengan a por mí.

En definitiva todo este texto es sólo por una razón: dar las gracias a todos los que contribuisteis, aunque fuera un poquito, a que mi fin de semana fuera maravilloso, a los que compartieron tren conmigo, a los compis de habitación, a los de grupo, a los tres maravillosos y cercanos monitores y a todo el equipo que nos llegó tan hondo con su cercanía y su humanidad. Para mí toda esta experiencia sólo ha tenido una pequeña parte mala, y ha sido no poder llegar a conoceros a todos, cosa que espero hacer en algún momento.

Así que gracias a todos los que, con vuestra actitud, vuestra ilusión y vuestras sonrisas me hicisteis pasar un fin de semana que no olvidaré jamás, porque ya sabéis, recordamos mucho más las cosas que vivimos con una gran carga emocional.. 

martes, 29 de enero de 2013

Carta a un amigo


Desde que nuestros caminos se separaron mucho ha cambiado mi mundo. Me siento mejor que la última vez que nos despedimos, creo que conozco un poco más a la vida, y cada día trato de aprender alguna cosa nueva. Ahora sé que si hoy me encuentro peor que ayer es que he elegido el camino equivocado y que caminar a oscuras es muy complicado.


Estuve un tiempo de viaje, visité unas tierras heladas y sólo allí valoré el hecho de tener un fuego que me arropara. De cualquier forma me alegré de sentir el frío en mi piel por un tiempo, y cuando estuve de vuelta, supe sonreír cada vez que notaba el calor de mi hogar en mi cuerpo.

En uno de mis primeros viajes me perdí a mí mismo, me dejé olvidado en algún lugar y tuve que volver a buscarme. Me busqué por todos los caminos sin lograr encontrarme. Me busqué apresurado como si el destino quisiera apresarme, pero de todas las almas que encontré ninguna resultó ser la mía, cuyo color ignoraba. Por fin un día decidí sentarme a descansar en una piedra junto al camino y vi al destino pasar de largo, no se giró al verme allí descansando, ni hizo ademán de agarrarme. Fue allí, sentado, tomando un poco de aliento y relajando los latidos de mi corazón exhausto, donde advertí un camino nuevo. Parecía ser algo oscuro y solitario, y por él no se veía a mucha gente, pero yo me quise acercar.

Allí tampoco encontré lo que tanto buscaba, pero el camino me pareció agradable, así que decidí seguir con mi búsqueda por allí, pensé que si mi alma se había escondido, quizás había elegido ese camino silencioso y acogedor. No sabía si era aquel el camino adecuado, pues sólo lo elegí por instinto, y tampoco parecía encontrarme en él, aunque a veces me pareció verme en los ojos de una niña, o de una madre, o incluso en el susurro del viento.

Te confieso, amigo, que a veces sentí mayor desesperación de la que jamás había imaginado, y que no fue fácil seguir caminando, que el frío caló en mis huesos y algunos días fueron largos y oscuros, pero aquellos tiempos también pasaron, igual que pasan el invierno y el otoño. Me apresuré tanto como supe a olvidar aquellos días amargos y por el contrario quise siempre recordar los días de sol y sonrisas, los días en los que paseé junto a alguien que quiso acompañarme un trecho o en los que disfruté con una buena canción o de un buen trozo de tarta que alguien quiso regalarme.

Nunca quise mirar atrás, puesto que sabía que no me encontraría allí, pues ya había estado en aquellos lugares y nadie me había visto. Siempre caminé con la cabeza alta y los ojos bien abiertos para no perderme la más pequeña pista que me pudiera ayudar a encontrarme.

En el camino encontré a mucha gente, todos con una historia que a veces desgranaban ante mí e incluso me ofrecían honestamente. Todos eran buenas personas, aunque algunos estaban ya muy cansados de caminar y ya no querían oír historias de almas de colores. A algunos les habían robado viejos caminantes y eran recelosos conmigo, cerraban sus ventanas y sus puertas al verme pasar, y no tenía la oportunidad de explicarles que yo sólo me buscaba a mí mismo.

Encontré a personas que caminaban en la dirección opuesta, y no pude hacer más que saludarlos al cruzarnos y desearles suerte. Otros andaban tan deprisa que apenas tuve tiempo de verles pasar, y apuesto a que ellos ni advirtieron que yo existía. Y algunos me ofrecieron agua cuando tenía sed, y yo hice lo propio con los que encontré sedientos.

Amé tanto como pude y como se me permitió, me enamoré miles de veces de todas las cosas que eran bellas, de mujeres y de hombres, de paisajes, de colores y de animales, y fui llamado loco el mismo número de veces. Procuré sonreír tanto como pude por cualquier cosa que me sirviera de excusa para hacerlo. Tropecé en cientos de ocasiones, a veces por apresurarme demasiado, casi todas por mi culpa, pero nunca una piedra hizo que deseara dejar de caminar, aunque a veces me vi obligado a parar a descansar y me hizo ser más cauteloso.

En el camino tuve que despedirme de muchos amigos, y comprendí que nadie podía caminar mi camino por siempre puesto que todos tenemos uno propio que debemos andar, pero me llevé su recuerdo guardado para siempre en mí.

Aún hoy sigo caminando por el mismo camino, en ocasiones tomé atajos y en otras me detuve varios días, a veces visité otros caminos durante algunos periodos o di grandes rodeos para volver al mismo lugar, pero todavía no he logrado encontrarme.

Lo cierto es, viejo amigo, que si ya dejaste de existir, o si yo no logro encontrarte antes de que mis días terminen y yo me tiña de oscuro para siempre, de mucho no ha de importar, pues de cada uno de los amigos que conocí, de las historias que escuché y del camino que anduve pude tejer un nuevo pedazo de infinidad de colores que sigue creciendo con cada nueva historia, y que me acompañará, si esta vez soy cuidadoso, el resto del camino.

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca 
debes rogar que el viaje sea largo, 
lleno de peripecias, lleno de experiencias [...]

Que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas. [...]

miércoles, 23 de enero de 2013

Historívoro



Necesito historias para vivir. Me he ido dado cuenta progresivamente, pero ahora ya es un hecho: sin historias me muero, porque la rutina es aburrida, la vida es aburrida, así que necesito historias para nutrirme y poder ser feliz. Creo que esa es la mayor razón por la que me gusta leer y soy un adicto al cine.

Pero ayer fui premiado con algo mejor, mucho mejor: la realidad, historias tan reales como la de las personas a las que veo cada día, pero mucho más antiguas. Me sentí como un crío al lado de una hoguera una noche de verano escuchando historias con la boca abierta.

Ayer pasé el día con mi abuelo, solemos pasar poco tiempo juntos, y no es la persona que más hable del mundo, sobre todo cuando hay mucha gente, se cansa, y es así desde que tengo memoria. Pero a solas, y por las mañanas, tiene más ganas de hablar, además como teníamos que esperar bastante tiempo, estoy seguro que le sabía mal que no habláramos. Tiene 87 años, por lo que tiene cientos de historias que contarme de vidas que ya nadie recuerda más que él, de personas que nacieron dos siglos atrás, historias mutadas por el tiempo que podrían ser ya leyendas.

Primero me contó la historia de su madre, una de la que yo sólo sabía trozos, la historia de una persona inmensa, una luchadora, se han escrito libros sobre ella, y aún conserva una calle en su pueblo llamada “calle de María Juana la alcaldesa”, os podéis imaginar por qué. Fue una mujer que por gracia del destino, y por un tío suyo al que le cayó en gracia pudo tener unos estudios que por aquel entonces sólo se podían permitir los señoritos. Estudió por decisión de otros para monja, pero a los 15 años, alta y esbelta como era, decidió que ella quería casarse y formar una familia, y vaya si lo hizo, tuvo hasta 13 hijos, aunque tuvo que ver morir a algunos enseguida. Dejar la escuela no hizo que dejara de leer, un talento preciado por aquel entonces, leía los periódicos en mitad de la calle para que todos, supieran leer o no, pudieran saber lo que estaba pasando.

Pronto se dio cuenta de que, pese a haber estudiado con gente de dinero, ella estaba muy lejos de su forma de pensar, y enseguida quiso utilizar su capacidad y sus conocimientos para cambiar las cosas. Formó parte del gobierno de su pueblo durante toda la guerra, llegando a ser alcaldesa en los últimos meses de la misma. Un cargo que nada tiene que ver con los de hoy en día, por aquel entonces era el de una persona íntegra, digna de ser la guía para los demás, que se preocupaba por todos. Podéis imaginaros: una mujer, alcaldesa, de izquierdas, y durante la guerra. No le salió gratis, estuvo 7 años en la cárcel, perdiéndose a sus hijos, su vida, y condenada a muerte, donde además recibió la noticia de que su marido había muerto, luego os contaré ese trozo.

No llegué a conocerla nunca, ya que murió antes de que yo naciera, pero estoy seguro de que para ella valió la pena, el trozo que me ha tocado heredar me dice que fue así, que salvó muchas vidas, dio de comer a muchos y fue un ejemplo para otros tantos. Curiosa es la historia de tres hermanos terratenientes – de los que mi abuelo aún recuerda los nombres – a los que fueron a buscar varias veces para sentenciarlos a muerte y nunca encontraron en casa, ya se encargaba ella de que siempre llegara antes un mensajero a caballo. Se durmió para siempre en el ‘82, con 87 años, probablemente ni se enteró, después de que la muerte intentara llevársela varias veces sin éxito al final su vejez venció a su espíritu.

Me contaba mi abuelo también la historia de su padre, una historia que yo desconocía por completo, y eso que conozco a mi abuelo desde que nací. Su padre era un hombre callado, que hablaba poco, menuda sorpresa… Pero lo que con más ahínco me contaba es cómo murió por culpa de ser un simple trabajador, nadie se quiso preocupar por su dolor de tripa, y acabó muriendo de risa. No médicamente, porque médicamente murió de apendicitis, pero estaréis de acuerdo conmigo que el hecho de que alguien muera por eso es tan ridículo que hace casi gracia. Era un hombre trabajador, sencillo y de ceño fruncido. Murió porque los señoritos a los que su mujer había salvado la vida en tantas ocasiones no dieron importancia al dolor de tripa de un trabajador, fue durante la guerra, en el ’39, hace más de tres vidas mías.

Me contaba también la historia de su hermano mayor, que nació en 1915 y que aún vive, tiene 97 años y está mejor que la mayoría de nosotros. Se reía al contarme que siempre se quejaba de que su madre hubiera tenido tantos hijos, y que luego él tuvo un porrón, 9 si no recuerdo mal, y que cuando se lo echó en cara bromeando, su única respuesta fue: “Chico, es que esta mujer mía es tan bonita…”. Eran otros tiempos, la gente era más feliz pese a que tenían menos motivos, y sin duda se quería más.

Historias de personas que nunca llegué a conocer, ni de lejos. La historia de cómo exiliaron a su madre y poco a poco todos se fueron viniendo hacia Cataluña o Valencia, la de cómo al pedirle la mano de su primera novia a su padre éste sólo le pidió un cigarrillo a cambio, la de las noches en la mili buscando “maquis” que sólo existían en la imaginación de los militares…

Me habla de tiempos pasados, una persona que hace 40 años tenía 47, hace 60, 27, que cuando yo nací ya estaba jubilado, que ha vivido una guerra civil, que ha visto al mundo cambiar para luego volver a cambiar, que vio surgir de la nada a máquinas que sacaban humo y que transportaban a personas para luego dedicarse a fabricarlas, que ha tenido que ver a gente hablar de igualdad recordando la muerte de su padre y el sufrimiento de su madre, que ha tenido que enterrar a la mayoría de sus hermanos, muchos menores que él, a la mayoría de sus amigos, e incluso a su mujer. Alguien que ha tenido una vida digna de recordar, y que cuando llegue su final, se llevará consigo cientos de historias, propias y ajenas, que ya sólo él recuerda.

Él es una de las personas de quien más me interesan las historias, cuando él ya no esté nadie podrá explicármelas tan detalladas como él lo hace. Las cosas no son porque sí, pienso que todo en la vida tiene una razón, y conociendo su historia, y la de sus padres, he conocido también la mía, cosas que él, y luego mis padres, me enseñaron y que a su vez sus padres le enseñaron a él: la importancia de ser una persona justa y con valores, y que sean tiempos de guerra o de paz, siempre te hacen falta, que no todo vale en la vida para conseguir lo que quieres, que formamos parte de un todo, que no se puede mirar hacia otro lado cuando alguien sufre, o pasa hambre, y que no importa lo buena, mala, justa, o injusta sea una persona, toda vida merece ser salvada porque siempre hay esperanza.

Me encanta oír historias, las suyas más, pero me encanta oír cualquier historia, ojalá pudiera preguntarle la suya a todo el mundo y me la contara con la tranquilidad que me contó algunas de las suyas mi abuelo, aprendería tanto, me reiría tanto, entendería tantas cosas… Os invito a preguntar sobre la historia de vuestras familias, averiguad tanto como podáis, y os reconoceréis a vosotros mismos en muchas de ellas, quizás os sirva incluso para entenderos más, y para responder a muchos “por qué”, es algo grandioso.

Y me pregunto si alguna vez seré merecedor de que alguien le cuente mis historias a su nieto con la admiración con la que mi abuelo me cuenta a mí la de sus padres.

Se aceptan historias, ya sabéis donde encontrarme.

Gabriel García Márquez (carta íntegra) - "He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse."

Según la RAUIW (Real academia de la Universidad Inventada de Wachintaun) historívoro es aquel que se alimenta de historias.

domingo, 13 de enero de 2013

Caminos, paisajes, y realidades paralelas


¿No os parece increíble que la vida pase ante nuestros ojos, que no se pueda volver atrás?

Dejadme usar una cita de una película que he visto recientemente, y que de paso os recomiendo – Las vidas posibles de Mr. Nobody- “¿Por qué el humo del cigarrillo nunca vuelve al cigarrillo? ¿Por qué una gota de tinta nunca se recompone? Porque el universo se mueve hacia un estado de disipación. Es el principio de la entropía. La tendencia del Universo de evolucionar hacia un estado de desorden creciente.”

Os invito a imaginar un poco durante el tiempo que paséis leyendo esta entrada, la cual, por si no lo sabíais a estas alturas, deberíais estar leyendo relajados, preferiblemente al final del día y con la máxima tranquilidad. Si la estás leyendo mientras comes en tus 15 minutos de descanso del trabajo, estás cometiendo un error, dicho queda.

Os invito a que os paréis un segundo y penséis en las 3 decisiones más importantes que hayáis tomado en vuestras vidas, o simplemente 3 de las más importantes, las primeras que se os ocurran servirán, y que entonces imaginéis por un segundo que hubierais tomado la decisión contraria, imaginad tan lejos como podáis.

Me uso de ejemplo: a los 16 años decidí dejar de estudiar, imaginemos que no hubiera sido así. Imaginar es gratis, no tiene límites, así que supongo que en este momento tendría otros amigos, quizás viviría en otro lugar, tendría un trabajo correspondiente con lo que hubiera estudiado, quizás hubiera conocido a una chica por el camino, y muchas de las cosas que he vivido no hubieran sucedido nunca, en definitiva yo no sería yo, sería otra persona, y mi vida sería distinta, y la de algunas personas cercanas a mí también. Quizás nunca hubiera leído a Zafón o a García Márquez, quizás nunca hubiera empezado este blog.

Y es que cada vez que tomamos una decisión, o que no lo hacemos, elegimos un camino y el otro (u otros) queda atrás, en una realidad paralela, o vete tú a saber. Me parece precioso que así sea, en definitiva hay muchas cosas que no controlamos de nuestras vidas, pero sin duda cada vez que tomamos una decisión nos encaminamos hacia un sitio u otro, y eso sólo depende de nosotros. Eso también significa una gran responsabilidad, por supuesto, y la necesidad de una gran reflexión para tomar el camino que verdaderamente queremos.

Un cambio, por pequeño que parezca, nos condiciona. Es vital ser conscientes de que tomamos una decisión, si dejas que sea el miedo el que decida por ti sin duda acabarás en un camino asustadizo. Esto puede sonar metafórico, pero en definitiva es sencillo: si escoges un camino en lugar de otro debido al miedo o cualquiera de sus variantes, te acomodarás, y si haces algo aunque te de miedo, te volverás más valiente, creo que en eso podemos estar todos de acuerdo.

Sabéis, yo he estado pensando estos días sobre mi camino, o caminos. En definitiva, por una serie de acontecimientos, ahora mismo tengo un camino nuevo en mi vida, con todo lo que ello conlleva. En general es positivo, ya que puedo elegir la dirección en la que ando, y quien quiero que me acompañe, pero también tiene pequeños problemas. Imaginando he podido vislumbrar algunos de mis futuros, en uno de ellos conseguía por fin ser Batman (sobra decir que es el que más me apetece), en otro iba a la universidad y estudiaba 3 carreras, en otro era padre soltero, en otro encontraba la forma de ayudar a los más necesitados eficientemente, en otro era un cotizado playboy (este es el que veo más factible, ciertamente1).

Una vez, alguien lo suficientemente importante para mí me dijo que debía escoger un camino y centrarme en él, en el momento pensé que tenía razón, sobre todo porque respeto mucho a esa persona, pero ahora creo que eso es un rollo. Lo cierto es que quiero ser Batman, y quiero ir a la universidad, y quiero ser padre soltero, y quiero ayudar a los más necesitados (lo de playboy lo dejaría como hobby únicamente), y quiero aprender todos los oficios, y conocer a alguien interesante cada día, y leer un libro que no haya leído, escuchar una poesía que nunca haya oído, encontrar una canción que no conocía, aprender todas las cosas posibles, crecer cada día…  ¿¡Os imagináis lo divertido que sería!? ¡Viajar! El mundo es demasiado bonito como para ver cada día el mismo cielo y los mismos paisajes.

No sé si esto será fruto de mi probable inmadurez, o de que soy un culo de mal asiento (soy consciente de ello), la verdad es que no tengo ni idea, pero por más que lo intento, no encuentro riqueza en hacer siempre lo mismo, en dejar de aprender, en escuchar las mismas canciones todos los días, o leer el mismo libro, aunque te encante. Dejar de crecer.

Ya sé que la realidad es la que es, y que en definitiva todos necesitamos un camino claro, y más en estos tiempos tan difíciles, pero como he dicho al principio, soñar es gratis, de momento. Yo he soñado mucho escribiendo estas líneas banales y me he divertido muchísimo, ojalá hayáis soñado un poco conmigo durante este rato. El mundo puede ser como vosotros queráis, si estáis dispuestos a pagar cualquier precio por ello.

Si me dejáis daros un consejo, y hacemos ver durante un segundo que yo sé algo sobre la vida: decidid vuestro camino pensando en vosotros mismos por encima de cualquier otra cosa, las personas van y vienen, mueren y nacen, pero en definitiva, vosotros sólo viviréis una vida, la vuestra, desde el principio hasta el final.

A. Einstein – Yo no tengo un talento especial, sólo soy apasionadamente curioso.

1 Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

A la derecha (-->) tienes las vías para saludarme, o seguirme, si te apetece, y si no, pues me acordaré de tu cara... durante un par de segundos.

martes, 8 de enero de 2013

Memento mori


¡Hola! Soy el tío este que antes escribía el blog este en el que decía cosas y tal, ¿os acordáis de mí? Pues ya está, ya he vuelto. Debo de pesar 20 kilos más que el de antes, pero más o menos soy el mismo. El mundo no se ha acabado, y eso que yo en una noche de alcoholismo quemé todos los calendarios del 2013 porque pensaba que no íbamos a llegar… Gracias por vuestras cartas preguntando si estaba bien y felicitándome el año, y al que me dejó la cabeza de caballo en la cama: la próxima vez deja un muslo o algo macho, que en casa somos muchos y ahí había poca carne.

¿Qué, qué tal habéis pasado las fiestas? Yo bien, gracias. Siento haber subido sólo una entrada estos días, pero ya sabéis, hay compromisos.

Sabéis, a lo largo de los años, sobre todo en los últimos en los que ya empiezo a salir de la adolescencia (sólo empiezo, aún me quedan 10 o 12 más), me he dado cuenta de que la gente se muere. Dice Eduard Punset que no está demostrado que vayamos a morir, y la verdad es que supongo que tiene razón, el otro día en una discusión con mi madre le argumenté usando esa misma frase y diciendo que yo conozco a más gente que no se ha muerto que a gente que sí se ha muerto, así que las estadísticas hablan por ellas mismas. Tendría millones de testigos que dirían en un juicio que nunca se han muerto, a ver cuántos habría que dijeran que sí se han muerto…

Dejando de lado el humor absurdo, las teorías, y a Punset, voy a revelaros un secreto: vamos a morir. Sé que es una revelación difícil de digerir, tomaos vuestro tiempo, pero es así, la única variable es cuándo. Morir forma parte del trato, lo sabemos desde el primer día, el problema es que no somos conscientes de que podría ser hoy. Pensamos que nos quedaremos dormidos un atardecer de verano en la terraza viendo a nuestros nietos corretear y ya no nos despertaremos nunca más, pero no funciona así.

He elaborado una teoría propia que básicamente se reduce a que la mayoría de la gente se muere en otoño y en invierno. No sé por qué, no sé si es por el frío que nos agarrota, o trae problemas de respiración o porque tenemos menos ganas o qué leches, pero es así, estas fiestas no he dejado de recibir noticias de ese tipo. Yo pienso que cuando llega el otoño empezamos un nuevo ciclo, al igual que los árboles pierden sus hojas, y que si no tenemos las fuerzas suficientes, no llegamos a ver la primavera siguiente.

El primer día del año un amigo quiso encontrarme para desahogarse un poco, por una serie de cosas que no vienen al caso, me contó la desesperación que sufría al haber perdido a alguien repentinamente, pensando que yo le entendería. Charlamos un largo rato y le expliqué lo único que podía explicarle para, quizás, ayudarle: mi visión de la vida.

Para mí la vida es una aventura, y todo forma parte de ella, incluso la muerte. Debatiendo sobre las cosas que vivimos le quise explicar que en la vida nos pasan cosas, y que no deberíamos verlas como algo “malo”. Por ejemplo: que de crío yo viví en muchos lugares distintos y eso me hizo aprender a ser independiente, o que en casa hemos sido siempre muchos y eso me ha enseñado a compartir. Para que se entienda: las cosas malas te pasan, y no puedes hacer nada, pero sí puedes aprovechar para que te sirva de algo más adelante.

Dejadme usar el caso irrisorio de moverme mucho de casa: por las razones que sea, mi madre tuvo que cambiar mucho de hogar cuando yo era un crío, y eso no me gustaba, cambiar de colegio, de amigos, y sufría mucho por ello, recuerdo que mi abuela me enseñó a rezar y pedía todas las noches poder unir a todos los amigos con los que había ido a clase en un solo colegio para no tener que despedirme de ninguno… Pero ahora agradezco que pude aprender algo de ello, ya que no estaba en mi mano evitarlo, al menos me sirvió para lo que os he contado antes. Y eso me lleva a preguntarme ¿realmente existen las malas experiencias? Yo pienso que hay cosas terribles, sí, que nos hacen sentir un dolor demasiado exagerado, pero la mayoría son simplemente “experiencias” de las que estamos invitados a aprender. Si no la habéis leído, llegados a este punto deberíais leer la entrada “Miedo”.

Todo en la vida te enseña algo, tú no decides la mayoría de las cosas que te pasan, y menos las malas, pero sí decides para qué te sirven. Puedes hundirte y patalear a tu Dios o a una vida injusta, o puedes hacer que eso te sirva para algo y entender que todo forma parte de la experiencia de vivir.

No me toméis por un frívolo. Yo no sé qué pasa cuando alguien muere, no sé a dónde va, y lloro igual que todo el mundo, o doy apoyo a los que lo necesitan, pero personalmente lo acepto como lo que es: la última etapa de la vida. Pero dentro de mí sé que lloro por mi pérdida, y por los que se quedan, lloro por puro egoísmo, porque del que se ha ido sólo nos quedan preguntas sin respuesta.

“Carpe diem”, y la serie de sucedáneos que le siguieron a partir de los 90 (creo que en gran parte a la película “El club de los poetas muertos”) han acabado convirtiéndose en frases vacías y excusas para hacer cualquier tontería por culpa de su mal uso y de la extrema repetición. En resumen: se pusieron de moda, pero creo fervientemente en el hecho de aprovechar cada día, vivir la vida, ser uno mismo siempre, y si a alguien no le gusta, ¿qué le vas a hacer?

Es lo que nos queda cuando alguien muere antes de lo previsto, que suele ser casi siempre. La mayoría de cosas perderían su importancia, incluso el miedo, si nos dijeran que vamos a morir mañana. Entonces ¿por qué no vivimos como si fuéramos a morir mañana? Yo intento vivir mi vida tan completamente como sé, vivir como si fuera mi último día, pero también como si fuese el primero.

Un abrazo immenso y todo mi calor a todos los que hayáis perdido a alguien recientemente, y toda la fuerza del mundo para seguir adelante una vez hayáis descansado, más fuertes que nunca.

Hoy os dejo una frase de mi abuelo, recordando un poco a Punset y al humor absurdo que me caracteriza, y que repite desde que tengo memoria, espero que perdonéis su humor, un tanto negro.

M. M. (Mi abuelo) – “Se está muriendo gente que no se había muerto nunca”.

P.D.: ¿Alguien tiene un calendario de 2013 de sobra?

viernes, 28 de diciembre de 2012

Individuos Anónimos


Esto de las fiestas tiene su lado positivo, ¿eh? Yo al menos lo veo así, me sirven para ver más a gente que veo poco, por las razones que sean, e incluso reencontrarme con gente con la que perdí el contacto a lo largo de los años.

Uno de estos días de fiesta, después de una comida familiar, tomando algo por el pueblo, me encontré con un amigo, y me encontré en una de estas situaciones inesperadas que hacen que me congele un poco. Resulta que se me acercó un ex compañero de clase, con el que no nos veíamos desde hace años y empezó a hablarme de cómo se había quedado solo. La historia así rápido es la de siempre, después del instituto cada uno hace su vida y yo además me mudé, así que dejamos de hablar, con él y con muchos otros.

Bueno, el caso es que al parecer, bajo su criterio, de alguna forma me echaba en cara haberme mudado, y que hubiéramos perdido el contacto, entre risas me dijo “claro, es que me abandonaste aquí y mira en lo que he acabado, si miras alrededor tú dime de estos que están por aquí, ¿quién no se mete algo?”. Éramos bastante amigos, pero no teníamos el mismo rollo, no nos costó separarnos en aquellos tiempos, así que supongo que simplemente me lo echaba en cara a mí porque yo no estoy en el mundo en el que están las personas a las que se refería.

Me quedé de piedra, la verdad, mientras no reflexioné y me di cuenta de que de ninguna forma eso podía ser culpa mía me sentí la peor persona del mundo, pensé que ya no podría ser Batman, que mientras yo vivía mi vida él era infeliz porque yo no estaba. Cada persona es capaz de definir su destino en gran parte, por lo tanto sólo él lo decidió, nada que ver tengo yo ahí, pero os cuento todo esto para hablaros de lo que realmente me vino a la cabeza.

Y es que hay algo en lo que él tenía razón: tu entorno te condiciona. Si no estás a la moda, te sientes mal, si no tienes WhatsApp, no eres nadie, y así un largo etcétera. Si todo el mundo se mete algo, y tú no, no estás en la onda, y a ciertas edades eso puede ser peligrosísimo. No pude evitar acordarme de Cándido, un hombre que aparece en el episodio de Maria Victoria Molins de “El Convidat” y explica que al llegar a Barcelona no tenía a nadie, sólo a un primo suyo, y como él y sus amigos se metían, pues él también cayó, y eso le arruinó la vida. Pero sobre las drogas ya hablaremos más adelante, les pondremos cara y nombre a las experiencias, ya veréis…

Donde más golpea esto es en los adolescentes, si tenéis a alguno en casa, o cerca, lo sabréis. Ellos tiene clarísimo que una camiseta de marca es mejor que una que no, o que un iPhone (otra vez con Apple, ¿tío?) mola más que cualquier otro móvil, aunque no sepan explicar el por qué.

Pero hasta cierto punto, que lloriqueen por cosas caras o de marca no es un problema. El problema aparece cuando son cosas más graves. Me rompería el corazón que mi hijo cayera en las drogas porque su grupo de amigos se droga y si él no lo hace se queda solo. Lo entiendo, si te paras a pensarlo un poco, lo entiendes, sacrificas cosas a cambio de estar en la onda, de no sentirte solo, de no ESTAR solo, qué mierda. Cuántas madres hemos oído decir que su hijo era buena persona, pero que iba con malas compañías…

Qué miedo nos da estar solos, ¿no? Algo me dice que esto no es exclusivo de los adolescentes, y me hace preguntarme por qué. Supongo que porque así nos lo han vendido, así lo hemos aprendido todos, un crío que no tiene amigos es un marginado, objeto de burla a menudo. Alguien que no tiene pareja a partir de cierta edad hace que todo el mundo se ponga nervioso y se oyen susurros. Si no tienes el nuevo móvil guachipepino igual no puedes hacer fotos al cocido de tu abuela para subirlas a instagram y luego el finde no podrás enseñárselas a tus amigos cuando ellos te enseñen las suyas.

No lo sé, tendré que vivir más tiempo para averiguarlo. Hay que llevar cuidado con esas cosas, en un mundo ideal todo el mundo encontraría su lugar en el mundo y nadie se sentiría solo, pero en este las cosas no van así. Esta es otra de las cosas que me hacen mella, porque aún no sé me ha ocurrido la forma de solucionarlo, y es algo que está pasando ahora, mientras escribo, mientras lo leéis, alguien lo pasa mal. Es no sé, como si tuvieras una gotera que te cae en la frente y no pudieras taparla.

Me leen varios adolescentes que yo sepa, y muchos jóvenes, así que el mensaje es que no os sintáis solos por no hacer lo que todo el mundo hace, nuestra grandeza como personas reside en ser únicos, no en ser iguales. Y si algo que pasa en vuestro entorno no os gusta, no lo hagáis, no os sintáis presionados, habladlo en casa o cambiad de entorno si hace falta, aunque no mole. Lo que todo el mundo hace casi nunca es lo correcto.

Y si sois padres contratad a un detective privado, o perseguid a vuestros hijos de árbol en árbol por las noches, yo qué sé. Igual también podéis educarlos correctamente y no dejéis que se sientan solos. Si os mandan a la mierda y os dicen “déjame en paz” os fastidiáis pero no dejáis de preocuparos, los adolescentes son así. Ved menos la tele a la hora de comer, contadles vuestra vida si es mala para que sepan lo que no hacer, y aprended lo que no sepáis para enseñárselo.

Nos pasamos el maldito día quejándonos de lo mal que van las cosas, y no nos damos cuenta de que cada cosa que hacemos tiene un efecto. Sacrificamos cosas para que nuestros hijos tengan una “vida mejor”. ¡Y un huevo! Un móvil caro que vas a pagar en 12 meses (más IVA) no hace la vida de tu hijo mejor, aunque ponga cara de felicidad al abrir la caja, si no peor si no le has enseñado el valor de las cosas. Veo a dirario padres que enseñan a sus hijos valores opuestos a los que ellos creen sólo porque así es el mundo, porque es lo que todo el mundo hace, y luego se quejan de que sus hijos son materialistas y los miran con asco. Y dirán entre suspiros: “qué mal está el mundo…”. No te jode…

Charles Darwin – “La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia.”

¡Si has pasado por aquí y te apetece, salúdame, por la vía que quieras!