lunes, 19 de noviembre de 2012

Relato corto: Muñeca de trapo

Lo que más miedo da de las cosas malas es que siempre te pillan por sorpresa, nunca te avisan antes ni se ven venir. El día en que algo malo va a suceder el sol se eleva como los demás días, el mundo gira igual que siempre, y el aire no huele distinto, nadie llama a tu puerta de madrugada para avisarte, y tú vives mecido por el sueño efímero de tu vida hasta que ya es demasiado tarde.

Ésta es la historia de una mujer, pero sobretodo de un hombre, que, al igual que todos, no pudieron dar esquinazo a la sombra que los perseguía, la que siempre va un paso por detrás nuestro  hasta el momento en que nos alcanza.

No fue pronto en su caso, les dio tiempo a vivir una vida larga. Vivieron su amor y lo disfrutaron, y obtuvieron sus frutos, criaron a sus hijos y, más tarde, a sus nietos. Y justo cuando ya parecía que su cuento llegaba a su fin, cuando cualquiera hubiera esperado que sólo quedaran días de melancolía y espera, de paz, la sombra les alcanzó.

Era un día cualquiera, como siempre sucede. El hombre volvió a casa, se quitó su pesado abrigo y entró en la estancia donde su mujer solía esperarlo para desayunar, la besó en la mejilla y hablaron sobre cosas sin importancia. Ella giró su cabeza y sus miradas se cruzaron, durante un segundo se miraron y él fue capaz de distinguir una sombra en su mirada. Durante más de 50 años había visto esa mirada dulce y profunda, viva, que ya había pasado a formar parte de él, pero ese día no era así, algo se había apagado, brillaba menos, y algo le hizo sentirse más solo y más perdido que en toda su vida.

Pasaban los días y pronto se hizo evidente que algo iba mal, su mirada parecía perderse, vaciarse a cada instante que pasaba, y cada vez tenía menos palabras, parecía encerrada en sí misma, en un lugar muy lejos de allí. Visitaron a tantos médicos y sanadores como encontraron, sin hallar nunca una solución. Una vez creyó haberlo conseguido cuando un viejo médico que no encontró solución en la medicina le aconsejó que la ayudara a recordar, que usara recuerdos felices de su pasado. Así que él recogía cada mañana un cestito de flores de jazmín que le acercaba sonriente para que recordara el olor familiar de su casa, de su juventud, y así fuera capaz de recordar quien un día fue.

Durante unos días pensó que funcionaba, aunque acabó por percatarse que había sido su deseo de que fuera cierto lo que le había brindado un respiro de esperanza. Ella apenas decía una palabra, se movía sólo lo necesario y la soledad envolvía al hombre sin piedad, debía resignarse a verla así, ausente, lejana, un recipiente cada día más vacío, sin poder hacer nada para ayudarla.

Aquella sombra que la desposeía de su voluntad siguió creciendo en su interior y no había hombre en el mundo que pudiera combatirla. Fue un día frío y oscuro cuando finalmente la venció y la dejó vacía del todo, sin un alma que alimentara el cuerpo, como una muñeca de trapo más. Y así la muerte reclamó su recipiente.
El hombre estaba ya agotado e impotente, ardiente de ira y rabia por no haber podido salvarla, obligado a conformarse a ver como se apagaba. No encontraba respuestas, no existían respuestas. El tiempo y la edad le amainaron su furia, pero estaba tan cansado ya que sólo volvió a hablar una vez, para gritarle a la sombra que ella no había vencido, sino que él la había eludido durante largos años, y que había valido la pena, que volvería a repetirlo si se le brindara la oportunidad.

Su luz empezó entonces a apagarse también, lentamente. Había gastado todas sus fuerzas en salvar a su mujer, y ya no le quedaba energía alguna, no tenía ya nada por hacer en este mundo, así que pasó el resto de sus días siendo tan feliz como pudo, sólo con la mitad de su alma.

Como si de un buen escritor se tratara, dedico este relato a toda la gente a la que le ha hecho sentir algo, a los que una sombra se llevó, y a los que una sombra se lo arrebató todo.

Y sobretodo a mi abuelo, que no creo que nunca llegue a leer esto, pero que me enseñó que hay cosas por las que merece la pena dar incluso tu alma pese a que sólo obtendrás vacío a cambio.

3 comentarios:

  1. -Otra alma errante por los caminos sinuosos de Estigia, el sendero inevitablemente recorrido y que todos recorreremos en algun momento-

    Es tan profundo que casi te llevaste un pedacito de mi alma, si la tuviera ;). Gran narrativa Charles.

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  2. Cabrón TT__TT

    Me has hecho llorar! -.-U

    No diré nada más respecto al tema...

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